Identificar el juego, comprender el meta
Del League of Legends a la vida: identificar el juego, adaptarse al meta y maximizar las posibilidades de éxito
Hace años que ya no juego, pero durante una buena temporada me aficione a jugar al League of Legends con un puñado de amigos. Nos juntábamos cada lunes por la noche y echábamos dos o tres partidas hasta que, pasados unos meses, nos cansamos de perder y de que preadolescentes de 12 o 13 años nos humillaran cada partida.
El League of Legends, para quien no lo conozca, es un videojuego de estrategia donde dos equipos de cinco jugadores compiten por destruir la base enemiga mientras defienden la propia. Cada jugador controla un «campeón» con habilidades únicas, y la partida se desarrolla siempre en el mismo mapa: La Grieta del Invocador; un escenario cuadrado con tres carriles principales, junglas llenas de criaturas y torres defensivas.
Es un juego con más de 100 millones de jugadores alrededor del mundo y que en los últimos mundiales registró un pico de casi 7 millones de espectadores simultáneos viendo un partido. Poca broma.
Para ser un buen jugador de LoL (y sobre todo un buen equipo), además de tener la destreza y los reflejos necesarios para pulsar las teclas correctas en los momentos correctos, hace falta coordinación entre los jugadores, una buena táctica y, sobre todo, comprender muy bien el meta.
En League of Legends (y en los videojuegos en general), se conoce como meta al conjunto de estrategias (o tácticas), campeones y estilos de juego que son más efectivos en un momento dado, según el equilibrio del juego. Es algo así como el estado del arte, pero aplicado a los videojuegos.
Hay dos formas de conocer y adaptarse al meta:
La primera, la más obvia, copiar a los jugadores de alto nivel, cuyo trabajo consiste precisamente en explorar (y explotar) ese meta mediante la práctica constante.
La segunda, la más complicada, involucra conocer muy bien las habilidades, con sus tiempos y sus efectos, de los 170 campeones que hay disponibles ahora mismo aproximadamente, las miles de millones de posibles combinaciones de campeones distintos que formarían un equipo, sus momentos en la partida, los distintos roles que pueden adquirir, su interacción con los elementos del mapa y del juego (como las torres o las criaturas de la selva), o cómo actuarían esas combinaciones contra las combinaciones rivales, etc.
Nota: El poder de la combinatoria es tremendo, con 170 campeones se pueden confeccionar 1,115,034,284 equipos distintos. Dejo para tu imaginación el numero de combinaciones posibles de dos equipos rivales en una partida.
Ah, y para colmo, el meta es dinámico y cambia constantemente debido a las actualizaciones del juego, ajustes en los campeones que modifican el equilibro del juego, así como la evolución en el manejo de los campeones. Una locura.
Comprender el juego, conocer y adaptarse al meta, así como desarrollar una estrategia (o táctica) exitosa es lo que hará que un equipo sea, o bien el campeón del mundo, o bien humillado constantemente por una panda de pajeros adolescentes con talento para las maquinitas.
La cuestión es que tanto en este tipo de juegos como en la vida ocurre como en el ajedrez, que no hay jugada ganadora: en este caso, no hay estrategia ganadora, solamente hay estrategias que maximizan tus posibilidades frente a las estrategias de tu oponente, las cuales, como hemos visto, son casi infinitas.
Decía Borges en una conferencia: «¿Qué diferencia puede haber entre recordar sueños y recordar el pasado?»
Puestos en esa tesitura, elevo la apuesta: En términos de estrategia, ¿qué diferencia puede haber entre un juego y la propia vida? (Más allá de los límites que acotan al primero y la complejidad que extiende a la segunda).
Desde el punto de vista de la acción, pocas diferencias hay entre las misiones que se han de superar en los videojuegos y los propósitos y objetivos que uno se va planteando en la vida. De nuevo, más allá de que los primeros están impuestos por los creadores del videojuego y los segundos nacen (o deberían) de nuestro libre albedrío.
¡Pongámonos pomposos! La vida pues no es más que un juego un poco más complejo, con algunas posibilidades y matices más. Pero un juego, al fin y al cabo, con sus reglas, sus campeones, sus dinámicas y, por supuesto, su meta.
El meta de la vida
Para subir de división en League of Legends hay que tener un conocimiento profundo del juego, igual que para montar un negocio exitoso hay que tener un conocimiento profundo del mercado. Ambos requieren tiempo, dedicación y entusiasmo, y la mecánica, aunque muy distinta una de la otra, hunden las raíces en una misma tierra: adaptarse al meta.
Una manera abstracta de verlo sería imaginarse la vida como una composición de distintos ámbitos (el social, el laboral, el familiar, el económico…), identificar el juego en cada uno de esos ámbitos y, con todas sus complejidades, interiorizar que cada uno tiene su propio meta.
Pongamos por ejemplo el trabajo. Conocer y adaptarse al meta del League of Legends no es muy distinto de conocer y adaptarse al meta de la oficina.
Uno llega por primera vez a un puesto de trabajo nuevo y se encuentra, por un lado, con sus nuevos compañeros (una combinación concreta de personajes, cada uno con sus habilidades y sus defectos); por otro lado, con un nuevo mapa, la sección, la empresa, el sector o la propia carrera profesional (el lugar donde aplicando tu táctica puedas alcanzar tus objetivos); y, sin olvidar, por supuesto, a los rivales (cada uno encontrará a los suyos, si los hubiere).
Respecto a los compañeros, cada uno tiene un determinado rol y función en el juego de la oficina: unos son jefes, otros no (pero mandan más que lo jefes), otros son la mano derecha del jefe, otros son tóxicos, otros tienen una patita en la calle, otros una patita en la dirección, otros son alcahuetes, otros son bellísimas personas, etc.
Además de sus roles, sus personalidades o sus ambiciones, estos compañeros tienen sus propios incentivos y sus propias tareas, muchas de ellas que requieren de la cooperación (coordinación) entre ellos, a pesar de que a veces sus incentivos puedan no estar alineados entre sí.
Nota: Cuántas oficinas posibles puede uno encontrarse al entrar en el trabajo. Miles de miles de millones.
Como en el League of Legends, todas estas características van dando lugar a un meta dinámico que va variando con el paso del tiempo y al que uno tiene que adaptarse si quiere ganar (es decir, si quiere tener éxito y lograr sus objetivos, sean cuales sean: ascender, trabajar menos o casarse con la becaria).
El meta, tal cual lo hemos planteado, es igual para todos. Sin embargo, en la vida el campeón eres tú, no puedes escoger tus habilidades, así que no sólo no hay una estrategia ganadora ni puedes copiar la de los demás, sino que además cada persona (porque cada una es distinta de la otra) tendrá que llevar a cabo una estrategia (táctica) propia, distinta de la que otros deberían llevar, para alcanzar sus objetivos, aunque estos puedan ser los mismos para dos individuos.
Por estas razones, porque cada vida tiene sus metas y porque cada persona necesita su propia estrategia, es tan difícil dar (y sobre todo recibir) buenos consejos.
Mismas razones por las que los coaches y la autoayuda y los asesores personales y los Lladós de turno son en la gran mayoría de los casos un fraude que busca aprovecharse de aquellos que no son capaces de identificar el juego y adaptarse a alguno de los metas de su vida.
No hay formula para éxito, no hay jugada maestra, solamente hay táctica y estrategia, cada una de ellas personal e intransferible, que se adapta mejor o peor al meta de la vida, y que es capaz de tomar el máximo de variables del entorno y ser aplicada en favor del individuo maximizando así las posibilidades de cumplir con sus objetivos.
De momento lo dejo aquí, que se me hace largo. Pero dejo para más adelante dos temas que derivan de este y que me interesan.
¿Qué es exactamente una estrategia, cómo ha de confeccionarse y, por supuesto, cómo ha de llevarse a cabo?
Frustración, rabia y delirios: ¿Qué pasa en tu vida cuando no identificas el juego y no conoces el meta?
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